La variación provoca precipitaciones más intensas, olas de calormás prolongadas y mayor frecuencia de sudestadas; tambiénfavorece la aparición de enfermedades como el dengue y el zika.
Por Laura Rocha
Por Laura Rocha
Patricia González disfruta de sacar a pasear a sus sobrinos durante sus vacaciones de verano. Los preparativos empiezan el día anterior: en el bolso no pueden faltar el agua, la protección solar y el repelente. "Desde hace unos años, cuando se produjo una ola de calor muy prolongada, no me olvido del agua y tampoco de la crema para que a los chicos no los piquen los mosquitos", describe a LA NACION.
González es uno de los vecinos de Buenos Aires que suelen aprovechar el aire libre en parques y plazas y que modificaron sus hábitos por el cambio climático, aunque no es consciente de que este fenómeno se esconde detrás de su nueva rutina. En la Capital, la temperatura promedio aumentó 1 grado desde 1960, a un ritmo de 14 décimas por década, según surge del plan de acción contra el cambio climático elaborado por el gobierno porteño. Las campañas de prevención sobre la necesidad de hidratarse y de otros cuidados, al igual que los alertas del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), llegaron para quedarse.
"La temperatura media anual presenta un aumento entre 1961-1970 y 2001-2010 de 0,6°C en el Observatorio Central de Buenos Aires (en Villa Ortúzar) y 0,8°C en la estación del Aeroparque. Ambos valores se incrementan a 0,8°C y a 1°C si la comparación se realiza entre el período 2011-2014 y la década del 60", indica el primer informe que el gobierno porteño presentó en el seno del C40, un grupo de ciudades unidas para combatir el cambio climático (ver aparte).
Esta variación en la temperatura, que es muy similar a la registrada globalmente (los científicos sostienen que hubo una suba promedio de 0,88°C a nivel planetario), genera otros efectos en el distrito: el aumento en el caudal de las precipitaciones, una mayor frecuencia de sudestadas y olas de calor más prolongadas.
"La precipitación registra incrementos en el ámbito de la ciudad de entre un 27% y un 32% entre la década 1961-1970 y 2011-2014", agrega el informe. Inés Camilloni, investigadora del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera del Conicet, indicó: "Si bien llueve más en promedio, no se modificó la cantidad de días; entonces, claramente aumentó la intensidad, y eso es lo que produce grandes impactos. Hay que apuntar a acciones de adaptación".
El SMN realiza periódicamente informes climatológicos y alertas, a los que la población está cada vez más atenta. "Efectivamente se les presta más atención a las alertas, pero también hay bastante escepticismo cuando el episodio se concreta. Hay que comprender que todo fenómeno meteorológico tiene una probabilidad", agregó la experta.
Otra de las consecuencias del aumento de la temperatura y de la humedad es la potencial aparición de enfermedades poco frecuentes en estas latitudes. El dengue, el zika y el chikungunya, todas transmitidas por el Aedes aegypti, son ejemplos. "El aumento de la temperatura y el de la humedad hacen que el vector tenga un ambiente más favorable. Se dan dos situaciones: hay condiciones más apropiadas para que el mosquito viva sumadas a una mayor movilidad de población, entonces la probabilidad es alta. El sistema de salud tiene que acompañar todo el proceso", indicó Camilloni.
Para González, el uso del repelente ya es habitual: "Lo llevo en el auto. Incluso, en las escuelas piden que los chicos lo lleven en las mochilas", detalló. Las campañas de descacharrado comenzaron a prolongarse durante todo el año en la Capital, especialmente después de que un estudio de la UBA mostró que los mosquitos transmisores sobreviven al invierno porteño.
Contaminantes
El cambio climático es favorecido por los gases contaminantes, que impiden liberar el calor del sol. Entre las fuentes que más los emiten en la Capital, el sector residencial y los comercios ocupan el primer lugar. La iluminación, la refrigeración, la calefacción y el uso del gas natural representan el 58% de las emisiones; les sigue el transporte, con el 28%, y los residuos, con el 14%.
"Les damos prioridad a acciones que apuntan a reducir las causas y los efectos del cambio climático. Ya instalamos 96.200 luminarias LED; vamos a crear 110 hectáreas de espacio verde, estamos reduciendo la cantidad de basura que se entierra y mejorando el sistema pluvial, entre otras acciones", expresó Eduardo Macchiavelli, ministro de Ambiente y Espacio Público porteño.
Según el escenario extremo previsto por la ciencia, si no se realizan acciones que frenen la emisión de gases, la temperatura media podría aumentar hasta 3,5°C para 2100. Para Camilloni, es hora de pensar en adaptación y lucha contra el cambio climático a nivel metropolitano. "Una planificación de obra de infraestructura a nivel regional es más conveniente. Es necesario pensar en conjunto", indicó.
Adaptación y mitigación
Inés Camilloni
Investigadora del Conicet
"Para adaptarse, la planificación de obras a nivel metropolitano es lo más conveniente. Hay que pensar en conjunto"
Eduardo Macchiavelli
Ministro de Ambiente Porteño
"Les estamos dando prioridad a acciones que apuntan a reducir las causas y los efectos del cambio climático"
González es uno de los vecinos de Buenos Aires que suelen aprovechar el aire libre en parques y plazas y que modificaron sus hábitos por el cambio climático, aunque no es consciente de que este fenómeno se esconde detrás de su nueva rutina. En la Capital, la temperatura promedio aumentó 1 grado desde 1960, a un ritmo de 14 décimas por década, según surge del plan de acción contra el cambio climático elaborado por el gobierno porteño. Las campañas de prevención sobre la necesidad de hidratarse y de otros cuidados, al igual que los alertas del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), llegaron para quedarse.
"La temperatura media anual presenta un aumento entre 1961-1970 y 2001-2010 de 0,6°C en el Observatorio Central de Buenos Aires (en Villa Ortúzar) y 0,8°C en la estación del Aeroparque. Ambos valores se incrementan a 0,8°C y a 1°C si la comparación se realiza entre el período 2011-2014 y la década del 60", indica el primer informe que el gobierno porteño presentó en el seno del C40, un grupo de ciudades unidas para combatir el cambio climático (ver aparte).
Esta variación en la temperatura, que es muy similar a la registrada globalmente (los científicos sostienen que hubo una suba promedio de 0,88°C a nivel planetario), genera otros efectos en el distrito: el aumento en el caudal de las precipitaciones, una mayor frecuencia de sudestadas y olas de calor más prolongadas.
"La precipitación registra incrementos en el ámbito de la ciudad de entre un 27% y un 32% entre la década 1961-1970 y 2011-2014", agrega el informe. Inés Camilloni, investigadora del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera del Conicet, indicó: "Si bien llueve más en promedio, no se modificó la cantidad de días; entonces, claramente aumentó la intensidad, y eso es lo que produce grandes impactos. Hay que apuntar a acciones de adaptación".
El SMN realiza periódicamente informes climatológicos y alertas, a los que la población está cada vez más atenta. "Efectivamente se les presta más atención a las alertas, pero también hay bastante escepticismo cuando el episodio se concreta. Hay que comprender que todo fenómeno meteorológico tiene una probabilidad", agregó la experta.
Otra de las consecuencias del aumento de la temperatura y de la humedad es la potencial aparición de enfermedades poco frecuentes en estas latitudes. El dengue, el zika y el chikungunya, todas transmitidas por el Aedes aegypti, son ejemplos. "El aumento de la temperatura y el de la humedad hacen que el vector tenga un ambiente más favorable. Se dan dos situaciones: hay condiciones más apropiadas para que el mosquito viva sumadas a una mayor movilidad de población, entonces la probabilidad es alta. El sistema de salud tiene que acompañar todo el proceso", indicó Camilloni.
Para González, el uso del repelente ya es habitual: "Lo llevo en el auto. Incluso, en las escuelas piden que los chicos lo lleven en las mochilas", detalló. Las campañas de descacharrado comenzaron a prolongarse durante todo el año en la Capital, especialmente después de que un estudio de la UBA mostró que los mosquitos transmisores sobreviven al invierno porteño.
Contaminantes
El cambio climático es favorecido por los gases contaminantes, que impiden liberar el calor del sol. Entre las fuentes que más los emiten en la Capital, el sector residencial y los comercios ocupan el primer lugar. La iluminación, la refrigeración, la calefacción y el uso del gas natural representan el 58% de las emisiones; les sigue el transporte, con el 28%, y los residuos, con el 14%.
"Les damos prioridad a acciones que apuntan a reducir las causas y los efectos del cambio climático. Ya instalamos 96.200 luminarias LED; vamos a crear 110 hectáreas de espacio verde, estamos reduciendo la cantidad de basura que se entierra y mejorando el sistema pluvial, entre otras acciones", expresó Eduardo Macchiavelli, ministro de Ambiente y Espacio Público porteño.
Según el escenario extremo previsto por la ciencia, si no se realizan acciones que frenen la emisión de gases, la temperatura media podría aumentar hasta 3,5°C para 2100. Para Camilloni, es hora de pensar en adaptación y lucha contra el cambio climático a nivel metropolitano. "Una planificación de obra de infraestructura a nivel regional es más conveniente. Es necesario pensar en conjunto", indicó.
Adaptación y mitigación
Inés Camilloni
Investigadora del Conicet
"Para adaptarse, la planificación de obras a nivel metropolitano es lo más conveniente. Hay que pensar en conjunto"
Eduardo Macchiavelli
Ministro de Ambiente Porteño
"Les estamos dando prioridad a acciones que apuntan a reducir las causas y los efectos del cambio climático"
Fuente: La Nación