Acciones para cuidar el ambiente

Por Raúl Estrada Oyuela*


El Acuerdo de París (AP) sobre el cambio climático concluido en diciembre último entrará en vigor el 4 de noviembre porque al 5 de octubre se alcanzó el umbral establecido para ello. Lo ratificaron más de 55 Estados que son parte de la Convención Marco sobre el Cambio Climático, y ellos representan más del 55% de las emisiones globales según una planilla ad hoc, elaborada por la Secretaría de la Convención con deficiencias metodológicas que la misma planilla reconoce en una nota al pie y que resultan en una suma inferior al total de las emisiones reales.

La próxima Conferencia de las Partes de la Convención –COP 22- se reunirá en Marrakech del 7 al 18 de noviembre. Conforme el artículo 16.6 del AP, esa conferencia servirá también como la primera Reunión de las Partes del Acuerdo de París. De los 197 Gobiernos que son parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas de 1992, 177 firmaron el Acuerdo de París de 2015. A la fecha de escribir estas líneas, 84 lo han ratificado. Solamente podrán participar en la reunión del AP los países que lo hayan ratificado 30 días antes de la reunión. Los demás, como Uruguay que ratificó el 20 de octubre, serán observadores.

Veinte Estados parte de la Convención del 92 no firmaron el AP, y 93 de aquellos que sí lo hicieron, no lo han ratificado. Esto es curioso porque el AP no tiene obligaciones que no estuvieran establecidas en la Convención del 92. En esa inteligencia el presidente Obama aceptó el AP sin necesidad de pedir el consentimiento del Senado que tiene mayoría republicana. El análisis jurídico y económico realizado para el Parlamento Europeo concluye categóricamente que “no hay obligación legal de alcanzar las metas establecidas en las NDC” –por las siglas en inglés de contribuciones a la mitigación del cambio climático nacionalmente determinadas-, aunque a todas las partes se les requiere mantener y mejorar cada cinco años esos anuncios de contribuciones.

El Acuerdo de París es un entendimiento de textura abierta, cuya aplicación requerirá numerosas definiciones sobre puntos de discrepancia en los que no se han logrado acuerdos desde 2007. Ello vuelve problemática la implementación de los tenues consensos que tanto se festejaron en París. El comunicado emitido por el G20 en Hangzhou, el 5 de septiembre último, al día siguiente de la ratificación del AP por los Estados Unidos y China, reconoce explícitamente esta dificultad cuando en el párrafo 43 expresa: “Agradecemos a los miembros del G20 que se unieron al Acuerdo (de París) y a los esfuerzos para permitir que entre en vigor hacia el fin de 2016 y esperamos su oportuna implementación en todos sus aspectos”.

También se festejó que el Parlamento Europeo haya aprobado el AP y que la Unión Europea lo haya ratificado. Sin embargo hasta la fecha de escribir estas líneas la mayoría de los miembros de la UE no lo ha ratificado. No lo hicieron el Reino Unido, que en marzo iniciará el proceso del Brexit, Holanda, Bélgica, Bulgaria, Croacia, Chipre, Dinamarca, la República Checa, Estonia, Finlandia, Grecia, Italia, Irlanda, Rumania, Eslovenia, Suecia, Malta y Luxemburgo. Rusia, Japón y Australia firmaron el AP pero tampoco lo han ratificado.

Es razonable que los gobiernos quieran conocer las condiciones de implementación del AP antes de ratificarlo. Como señaló el G20, una cosa es la entrada en vigor y otra la implementación. La reunión de Marrakech debería avanzar en estos puntos y su agenda incluye “orientaciones adicionales” sobre las NDC presentadas, sobre las características de la información que presentarán los países a fin de dar transparencia al proceso y sobre la manera en que las Partes rendirán cuentas de las contribuciones que hayan anunciado.

La reunión se realizará en un contexto económico internacional que no supera la crisis del 2008 y con conflictos armados severos en marcha en Irak y Siria que involucran esfuerzos militares rusos y norteamericanos. En lo que específicamente se relaciona con el clima, ya se registra el aumento de uno de los dos grados de temperatura promedio que tiene como objetivo del esfuerzo común y se han duplicado los fenómenos severos de la temperie con respecto a lo que ocurrió en 1990.

En materias vinculadas a la mitigación del cambio climático conviene recordar que este mes la Organización de Aviación Civil Internacional adoptó un régimen para compensar con bonos de carbono las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte aéreo progresivamente a partir de 2020, sin comprometer una reducción en las emisiones. También en octubre la Reunión de las Partes del Protocolo de Montreal Sobre las Sustancias que Agotan la Capa de Ozono avanzó en la sustitución de químicos que se están empleando y tienen un alto potencial de calentamiento global, por otros que ya se usan en sistemas de aire acondicionado de los automóviles. Los anuncios sobre el impacto de esta medida, sin duda positiva, son motivo de análisis.


*Raúl Estrada Oyuela es embajador. Presidente de la Academia Nacional de Ciencias del Ambiente.

Fuente: Clarín
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