Al término de 13 días de febriles negociaciones en esta ciudad, 195 países adoptaron ayer por consenso un acuerdo sin precedentes con el objetivo de contener el calentamiento climático, cuyo vertiginoso avance expone al planeta a catastróficas consecuencias.
"Se trata de un acuerdo justo, duradero, ambicioso, equilibrado y vinculante, que confirma nuestro objetivo de limitar el calentamiento climático muy por debajo de 2°C y, de ser posible, de 1° 5 C", anunció por la mañana Laurent Fabius, canciller francés y presidente de la COP21, al presentar el texto final.
Horas después, una ovación de varios minutos, que marcó su aprobación por parte de todas las delegaciones, fue la mejor prueba de la satisfacción general por el pacto. Fue una forma también de borrar el enorme fiasco de hace seis años, cuando la COP de Copenhague concluyó en caos y recriminaciones.
En la tribuna, los principales responsables de la negociación aceptaron, con emoción y satisfacción, los aplausos de la sala.
"Francia hará todo lo posible para aplicar este acuerdo", prometió el presidente François Hollande.
"Pero también para acelerar ese movimiento", agregó el mandatario francés. Hollande se comprometió también a "revisar los objetivos de reducción de GES en Francia a más tardar en 2020", y a formar una coalición con otros países para lograr fijar un precio del carbono. "En París se produjeron muchas revoluciones. Pero hoy es la más bella, la más pacífica: la revolución por el cambio climático", concluyó.
El justificado júbilo general puso fin a tres días de extrema tensión, cuando los principales obstáculos planteados por unos y otros obligaron a los responsables de la conferencia a prolongarla 24 horas.
Poco antes de esa histórica sesión, el grupo más importante de países, el G77+China (134 países emergentes y en desarrollo), se había declarado "satisfecho" con el texto, al abrir la puerta al acuerdo definitivo.
"Estamos casi al final del camino y sin dudas al comienzo de otro", había declarado Fabius al mediodía, al presentar el texto. El canciller francés llamó a todos los países a adoptar ese texto "histórico".
En resumen, el ambicioso acuerdo fija como objetivo principal contener el aumento de temperatura media del planeta "muy por debajo de 2°C y hacer el esfuerzo de limitar ese incremento a 1°5C" a partir de 2020.
La mención de ese umbral de 1°5C fue saludada con una auténtica salva de aplausos de la asistencia, sobre todo por aquellos países en desarrollo que lo convirtieron en una línea roja durante las negociaciones.
Sobre cada uno de los temas, el texto "tiene en cuenta las responsabilidades diferenciadas de los países y sus capacidades respectivas en función de sus circunstancias nacionales", subrayó Fabius.
También prevé la actualización cada cinco años de las contribuciones nacionales en materia de reducción de emisiones de gas de efecto invernadero (GES), responsables del calentamiento del planeta. Esas contribuciones solo podrán ser corregidas en alza, nunca reducirse.
Un proyecto de decisión adjunto al acuerdo estipula asimismo que los 100.000 millones de dólares anuales de ayuda a los países en desarrollo -prometidos en 2009 por las naciones ricas para 2020- serán un "piso" para después de 2020. Un nuevo objetivo cifrado deberá ser definido "a más tardar en 2025", señaló el canciller francés.
Según fuentes cercanas a la negociación, Estados Unidos habría exigido que la cifra de 100.000 dólares anuales no figurara en el acuerdo propiamente dicho. Fue una posición aparentemente apoyada por la Unión Europea (UE).
Para terminar, el texto establece un balance colectivo de los progresos realizados en la reducción de GES cada cinco años, a fin de poder tomar las medidas necesarias si éstos fueran insuficientes.
Hace dos semanas, cuando comenzó la COP21, 150 jefes de Estado y de gobierno viajaron a París para manifestar la necesidad urgente de actuar frente a un fenómeno que afecta, en primer lugar, a los países pobres, que carecen de recursos para hacerle frente.
El calentamiento del planeta amenaza la producción agrícola, los recursos marinos y las reservas de agua en numerosas regiones. El aumento de nivel de los océanos pone en peligro la existencia de los Estados insulares, así como las comunidades que viven en zonas costeras.
El acuerdo obtenido en París, que entrará en vigor en 2020, debe permitir reorientar la economía mundial hacia un modelo de bajo consumo de gases de efecto invernadero.
Semejante revolución implica el abandono progresivo de las energías fósiles (carbón, petróleo, gas) que dominan la producción energética mundial, un desarrollo considerable de las energías renovables, inmensas economías de energía e, incluso, una mayor protección de los bosques.
Esfuerzos
El texto establece la importancia de fijar un precio al carbono para luchar en forma eficaz contra el calentamiento. También contempla el principio de "diferenciación" que establece una mayor participación y esfuerzo de los países desarrollados, en virtud de su responsabilidad histórica en las emisiones de gases de efecto invernadero.
Desde Washington, el presidente norteamericano, Barack Obama, elogió el acuerdo y dijo que con él se demostró "lo que es posible hacer" cuando el mundo se une. "Lo que importa es que hoy podemos estar más seguros de que el planeta va a estar en mejor forma para la nueva generación", destacó Obama, para quien este acuerdo puede ser "un punto de inflexión para el mundo".
Para los más optimistas, la conferencia de París realizó considerables progresos formalizando reducciones de GES que servirán de base para futuras negociaciones. Al mismo tiempo -afirman- envió una señal clara a los inversores planetarios sobre la necesidad de invertir en energía limpia y en proyectos reductores de emisiones de carbón.
Resumiendo el sentimiento general, Fabius señaló al término de la COP21: "Este 12 de diciembre no marca el fin de una conferencia sobre el clima, sino el comienzo de una nueva era".
Fuente: La Nación